AZÚZAME EL TIEMPO, ME AZUZA EL AMOR

Atención: sólo si eres más de corto que largo plazo podrás entrar en la aventura.

martes, 1 de enero de 2008

RECORDANDO ESTOS DÍAS.

Para mí la Navidad realmente no significa gran cosa. No es que no tenga espíritu navideño, sino que son unas fechas en las que me recojo interiormente y voy a mi bola. Este año no pude recogerme demasiado porque para Ale son las fiestas por excelencia. Bueno, es que disfruta como un niño. No consiguió contagiarme y eso que hasta me llevó a NYC unos días, donde llené hasta tres maletas más sólo con las compras que hice. Tengo que decir que fue un viaje delicioso porque Ale se conoce esta megaciudad como si la hubiese creado él. Me llevó a ese tipo de sitios que no salen en las guías y, por tanto, no están masificados, y hasta nos quedamos en una casita en pleno Manhattan y propiedad de su familia. Me sentí una mujer de la alta sociedad, sólo me faltaban unas perlas y un niñito de rizos rubios correteando con un perrito.
Eso fue lo agradable de estos días. Lo peor el montonazo de gente por las calles, los atascos a todas horas (porque todas eran punta), y el ritmo de trabajo. Es que estuve a punto de mandarlo todo a la mierda y vivir de Alejandro, pero luego pensé en lo que le ha costado a la mujer obtener su indepedencia del hombre y me inyecté energía para soportar lo que me echasen.
En el trabajo:
- Sofía hasta los mismísimos porque le han tenido que operar a Raúl de fimosis (el pobre), y lleva días sin poder hacer cama. Lo curioso es que todos apostábamos que no aguantaría y dejaría a Raúl por otro pero... ¡sorpresa! no lo hizo y esto nos ha hecho pensar que realmente pueda estar enamorada.
- Diego me tiene contenta. Después del viaje a nuestras psiques desnudándonos en todos los sentidos, Jorge y Diego se pegaron un pequeño viaje al imperio de los sentidos. Vamos que se están viendo para intercambio de fluidos y lo que surja. Esto me hace discutir con Jorge cada vez que lo llamo, me llama, o nos encontramos por la calle. La última fue de órdago. Estábamos en la tienda de Gucci los dos y por casualidad (yo iba a recoger un traje de Ale y él buscaba "inspiración" para sus creaciones):
" Mírate, has caído tan bajo que aquí en esta tienda eres toda una choni. Una choni-gay"
" Azu, no empieces y menos aquí que nos echan de por vida"
" Mira, me lo esperaría de cualquier otro pero de ti. No sé por qué no se lo he dicho a Richard y así te quedas jodido. Me has oído: jo-di-do."
" Richard lo sabe y lo acepta porque nos queremos... Vale, no lo sabe. Pero es sólo deseo. Diego también lo entiende así"
Y así nos podemos pasar estos días. El tema es recurrente y Jorge aún no me ha mandado a la mierda, o sea, que aún tiene aguante de sobra. Es cierto que Diego tampoco busca nada más que sexo (aunque los dos le llaman "deseo"). El pobre Diego cada vez que me ve agacha la cabeza, pero luego en la salita bien que les cuenta a las demás sus encuentros con Jorge con todo tipo de detalles.
- Las demás andan a lo suyo. Nuria cree que este año debe ser madre (yo sigo pensando que lo primero que debería hacer es "lesbianizarse" y luego todo lo demás). Y Marisa ha sido la gran revelación: ha descubierto el placer de fumar y beber tequila. Fuma y con un estilo que no veas, y bebe tequila con su marido hasta que caen en la total borrachera. A mí estos de enmoñarse con el cónyuge me parece tremendamente entrañable.

Las fiestas no las he pasado con mi familia. Más que nada porque mi tía y mi madre se han ido a pasar estos días a las Canarias, y Susana no ha decidido "bendecirme" con su vsita por estas tierras. Con lo que he tenido que ir a casa de Ale. Sólo ha sido ayer porque la Nochebuena la pasamos en NYC. Y tengo que decir que han pasado cosas: se ha producido el encuentro con Fernando y no me arrepiento de lo que pasó.
FOLLAMOS, sí. Yo ya sabía que en cuanto lo viese no me haría falta ni una mirada para lanzarme. Fernando, al verme, ya puso una mirada como diciendo: "buscaré el momento para que estemos a solas y podamos reencontrarnos como tiene que ser". El momento vino justo cuando Alejandro recibió una llamada y tuvo que quedar con unos colegas y comió fuera: "nos veremos a la cena, lo siento".
"Menos lo siento yo", dijo Fernando después de cerrarse la puerta. No dije nada y me eché en sus brazos. Ya podía caer una bomba nuclear que yo no me iba a apartar de él. Tuvimos toda la tarde para nosotros y fuimos haciendo un tour por toda la casa. Nos movíamos desnudos por todas las instancias. Estábamos solos, sin el servicio, el resto de la familia no iba a llegar hasta la cena. Pero no todo fue sexo, que también hablamos:
- Todo este tiempo que no nos hemos visto no he parado de pensar en ti. Pero has hecho una buena elección, mi hijo es lo mejor que te podía pasar.
- Lo sé, pero si me dices que lo deje todo por ti...
- Calla, no lo digas. Quizá este sea nuestra última vez, este momento era una asignatura pendiente. ¿Cómo te sientes?
- Culpable desde luego que no. Estoy de acuerdo en lo de que esto era algo pendiente, y tampoco me siento triste por ser ésta la última vez. Además, no hay nada para siempre y puede que en un futuro...
- Imposible. Y no creo que nos veamos en mucho tiempo. He comprado un banco en Suecia y quiero dedicarme a él por lo que en breve me iré a vivir allí.
Aún así no sentí pena, ni mi corazón se rompió en mil pedazos. Estaba viviendo el momento.

La cena transcurrió sin problemas. Conocí a la madre de Alejandro que me dio el visto bueno al querer brindar conmigo la primera (dato que me hizo saber la asistenta). Del resto de la familia pues había de todo. La única pega fue la hermana de Ale, hija de Fernando, que no paró de mirarme en todo momento:
- Será porque a lo mejor sabe que tuviste lo tuyo con papá - me dijo Ale - mi hermana es muy conservadora. Tenemos en la familia una porra desde hace años para saber si es o no del Opus, pero nadie se atreve a preguntárselo. Ni siquiera mamá que está muy preocupada con este tema.

A mí que sea del Opus pues me da igual. Lo que me preocupa es que me haya cogido manía. Es por todos sabido que los malos rollos entre cuñadas nunca acaban bien.